Egipto dia 3: Abu Simbel, Obelisco Inacabado y Presa Aswan ~ PhotoViajeros - Los relatos de mis Viajes, Rutas y Escapadas

Egipto dia 3: Abu Simbel, Obelisco Inacabado y Presa Aswan

Aun recuerdo el despertar de este día como uno de los madrugones más duros de toda mi vida. No habían pasado ni 2 horas desde que nos habíamos acostado cuando ya tenemos que estar de nuevo en pie. A esta hora ni desayunamos, no creo que nadie hubiese podido probar bocado en ese momento, salimos del barco y subimos a un autobús que nos debe llevar hasta Abu Simbel, 300 Km al Sur.

Debido a los problemas con el terrorismo y a lo desamparado del viaje, no permiten que ninguna excursión viaje sin escolta militar a través del desierto, por lo que esperamos en una amplia avenida en la que se van uniendo varias decenas de autobuses, furgonetas y taxis que van hacia Abu Simbel. El guía nos cuenta que el ejército tiene que ir escoltando a la caravana de más de 100 vehículos tanto por adelante como por atrás, y que dentro de unas 3 horas llegaremos, así que mientras tanto podemos dormir.

Al principio veía alguna que otra persona despierta, pero en cuanto salimos de Aswan, creo que yo era el único, y tengo mis dudas de que el conductor no se echase alguna cabezadita durante el camino. La escolta a la que estuvimos esperando durante mas de 30 minutos, consistía en 2 jeeps, uno adelante y otro atrás cerrando la expedición de vehículos, así que la sensación de que poco podrían hacer unos 8 soldados en caso de que pasase algo era clara.

Aunque iba muerto de sueño, poco a poco el panorama que veía por la ventanilla me hizo despejarme completamente. Después de una hora de camino, no quedaba resto de autobuses, taxis o cualquier otra forma de vida en las cercanías, la carretera era una sucesión de inmensas rectas de por lo menos 20 kilómetros, en las que de vez en cuando, al fondo se distinguía la luz trasera de algún otro miembro de la caravana. Este es el concepto de seguridad de la escolta militar, absolutamente de risa.

Aunque esa soledad tuvo su recompensa, en la inmensa negrura del desierto, al mirar hacia arriba, se veía una cantidad de estrellas que jamás había visto en mi vida. Se podía distinguir perfectamente la vía láctea y muchas de las constelaciones y estrellas más conocidas, pero el culmen llegó al amanecer.

Amanecer en el Desierto


Cuando empezó a verse algo de claridad, pude empezar a vislumbrar parte del inmenso desierto que nos rodeaba. Después, según iba acercándose el momento de la salida del sol, las tonalidades anaranjadas envolvían todo el paisaje de una luz mágica.

Amanecer en el Desierto

Amanecer en el Desierto

Ojala el autobús se hubiese podido parar 5 minutos para haber hecho algunas fotografías, porque a través de la ventanilla no pude lograr grandes resultados.
A estas alturas, mucha gente ya se había despertado, y empezamos a tomar el desayuno que nos habían preparado en el barco, estábamos a punto de llegar.

Después de bajar del autobús y esperar a varios viajeros que empezaban a sufrir diversas molestias digestivas por la comida egipcia, emprendimos el camino hacia el imponente templo de Abu Simbel caminando cerca de la orilla del lago Nasser.

Templo Mayor de Abu Simbel

Que sensación da el bordear la montaña y encontrarse de repente cara a cara con las 4 enormes estatuas que representan a Ramses II. Aunque son las 5:30 y ha amanecido, se nota algo de fresco, pero los rayos del sol además de iluminar el templo, empiezan a calentar en la espalda.

Templo Mayor de Abu Simbel

Templo Mayor de Abu Simbel

El templo se encuentra excavado directamente en la roca, aunque no está en su ubicación original. Varias décadas atrás, este templo junto con otros muchos fueron movidos piedra a piedra de su ubicación original a una posición más elevada para evitar que quedasen sumergidos, ya que la construcción de la gran presa de Aswan (300 Km más al norte) creó un inmenso embalse de casi 500 Km. de largo. Uno de los templos que se movieron fue el madrileño Templo de Debod, que fue cedido por Egipto a España en agradecimiento a la ayuda prestada a través de la Unesco en el traslado de varios templos.

Templo Mayor de Abu Simbel

El templo de Abu Simbel destaca por las 4 enormes estatuas de 33 metros de alto que representan a Ramses II en la parte exterior, y en la interior aunque la distribución es la misma que los otros templos que habíamos visitado hasta ahora, destaca el santuario que está en la zona más interior del templo. Este santuario, contiene 4 pequeñas estatuas sedentes de Ptah, Amon-Ra, Ramsés divinizado y Ra.
Cuando fue construido, el templo de Abu Simbel estaba diseñado de tal forma que los rayos del sol iluminaban las tres estatuas de la derecha dos veces al año, el 20 de Febrero y el 20 de Octubre, dejando la de Ptah en penumbra, ya que era considerado el dios de la oscuridad. Con el traslado, solo se consiguió que los rayos iluminasen el santuario un día después.

Templo Menor de Abu Simbel

Después de visitar el denominado Templo mayor de Abu Simbel, salimos para visitar otro templo que está junto a este, el templo menor de Abu Simbel o templo de Hator, dedicado a la esposa preferida del faraón Ramses II, la reina Nefertari.
Al igual que el templo mayor, está excavado en la roca y también fue movido de su ubicación original. En la fachada hay varias estatuas, cuatro de Ramses II y otras dos de Nefertari.

Templo Menor de Abu Simbel

Ya en el interior, hay varios grabados con escenas de la reina y Ramsés II haciendo ofrendas a la diosa Hator, que tiene una estatua en el santuario situado al final del templo.

El estado de conservación del templo es bastante bueno, sobre todo teniendo en cuenta que tuvieron que ser desmontados piedra a piedra para colocarlos en su ubicación actual, aunque en muchas zonas se notan las juntas de corte en la roca que hicieron para poder transportarlas. Lo único que no me gustó fue la montaña artificial que crearon para albergar estos templos, se nota demasiado que es artificial.

Templos de Abu Simbel

Delante de estos dos templos, hay una gran explanada que los separa del imponente lago Nasser, que mas que un lago parece un mar, pues hay zonas en las que no se ve la orilla de enfrente.

Lago Nasser

Antes de salir, tenemos media hora para dar una vuelta por los puestos de la zona, mejor preparados que los vistos hasta ahora, aunque el hecho de que fuesen ya construcciones de ladrillo hacia que perdiese en parte el encanto de ver el típico chamizo hecho con 4 palos y una tela.

A estas horas, el sol pica y mucho, hace rato que estoy en manga corta, pero el sol se nota que pega con fuerza en los brazos y la temperatura es ya de 35º, así que volvemos al autobús y nos disponemos a cruzar el desierto de vuelta. Esta vez, con las cortinillas echadas para que no entre el sol y me achicharre con el efecto lupa del cristal, y después de haber disfrutado de los paisajes desérticos durante un rato, acabo durmiéndome durante el viaje de vuelta hasta que estamos de nuevo en Aswan listos para comer en el barco.

Obelisco Inacabado

Por la tarde, hacemos la visita típica de Aswan a la cantera de granito, aunque la hora no es la mejor de todas, ya que a las cuatro de la tarde el calor es agobiante. En esta cantera Pepe nos explica como cortaban la piedra con la forma de las columnas, obeliscos etc. y cómo la transportaban hasta las orillas del Nilo, donde cargaban las enormes moles de piedra en varias barcazas alineadas que soportaban y distribuían el peso, a la espera de que llegase la crecida del río. De esta forma, remontaban el Nilo hasta llegar a su destino, Tebas o la mismísima ciudad de El Cairo, situada a más de 800 Km.

Obelisco Inacabado

La parte más curiosa de la visita, es en la que se ve un enorme obelisco casi terminado que está incrustado en la roca de la cantera. Según lo que nos cuenta el guía, lo mandó construir la reina Hatshepsut, pero poco antes de acabarlo, se encontró una grieta, por lo que quedó abandonado. El obelisco en cuestión mide 42 metros, y de haberse acabado, habría sido el mayor jamás construido.

Obelisco Inacabado

Obelisco Inacabado

Después de la visita a la cantera, y a sus correspondientes puestos, el autobús nos lleva a la gran presa de Aswan, la misma que obligó a mover 24 templos para evitar que quedasen bajo el agua.

Presa de Aswan

Presa de Aswan

En realidad, son dos presas, la primera y más pequeña la construyeron los ingleses alrededor del año 1900.

Gran Presa de Aswan

Gran Presa de Aswan

La mayor, se acabó en 1970 y está situada 8 Km más al norte de la primera. Tras ella se creó el llamado Lago Nasser de 480 Km. Con esta presa, consiguieron contener las crecidas y sequías descontroladas del Nilo y generar el 50% de la electricidad que necesita el país, pero por el contrario se cargaron prácticamente toda la fauna y flora del Nilo río abajo.

Gran Presa de Aswan

Desde la presa se ve otro de los templos mejor conservados y que por falta de tiempo no pudimos visitar, el templo de Philae, situado en una isla en medio del lago Nasser.

Templo de Philae desde Gran Presa de Aswan

En el camino de vuelta al barco, el guía nos paró en una joyería en la que nos enseñaron como trabajaban el oro. Una visita interesante en la que alguno del grupo picó, y como no me cansaré de repetir, os aconsejo que no compréis nada en los sitios donde os lleve el guía, porque se lleva una comisión del 50%.
El oro en Egipto es más barato no porque sea de menor calidad, lo que pasa es que lo único que se paga es el material en sí, todo el trabajo de orfebrería no se cobra.

Cuando llegamos al barco, aun quedaba más de una hora de sol, así que unos cuantos decidimos darnos una vuelta libremente y sin guía (por fin) por la ciudad de Aswan. Andamos por la zona del paseo marítimo, compramos especias en puestos callejeros y algunas bolsas de patatas y chicles, pero sobre todo disfrutamos con un grupo de niños que vendían marca páginas.

Lo de menos es el artículo en sí, que para que os hagáis una idea, podéis conseguir unos 10 marca páginas de “papiro” por 1€, pero como comenté en el primer post de este viaje, llevamos una bolsa de caramelos y unos cuantos bolígrafos y lápices de colores “Alpino”. Pues bien, menuda se lió cuando al chaval que nos vendió los marca páginas le llenamos los bolsillos de caramelos y le dimos 3 o 4 bolis y alpinos. Una marabunta de niños se acercó pidiéndonos más para ellos, para sus hermanos, sus amigos… así que prácticamente acabamos ahí con las provisiones que llevábamos para el viaje, pero no nos importó, porque realmente no tuvo precio la cara de satisfacción que se les quedó a todos por unos simples caramelos y bolígrafos. Una de las niñas me regaló una pulsera de un escarabajo de la suerte de las que vendía, y aunque sea un regalo de lo más sencillo, es uno de los recuerdos que me traje de Egipto a los que más cariño le tengo.

Después de seguir dando una vuelta mientras comentábamos la experiencia que acabábamos de vivir, volvimos al barco, donde se estaba preparando una “excursión” para ir al banco a cambiar euros por libras egipcias, así que para seguir acumulando experiencias, nos unimos al grupo y fuimos a cambiar a uno de los bancos que había en el paseo marítimo. Con 30€, conseguí 222 libras egipcias, así que de vuelta al barco y antes de cenar, estuvimos familiarizándonos con la nueva moneda, con la que empezamos a comerciar al día siguiente.



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