Nuestro último día en el Nilo la comenzamos a una hora normal y sin madrugones, ¡por fin!. Después de desayunar tras una noche de sueño reparador, montamos en 2 falucas, la embarcación típica de Egipto.
Para empezar a navegar, despliegan la gran vela que hace que nos pongamos en movimiento.
Parece hora punta, el río está lleno de pequeñas embarcaciones de vela similares a la nuestra, así como de barcos parecidos a los que usamos el primer día para cruzar de una orilla del Nilo a la de enfrente para visitar los templos de Luxor y Karnak.
Mientras navegamos rumbo al Pueblo Nubio, vamos cantando y bailando temas típicos del pueblo nubio. Al terminar, recogen las velas y nos sacan un muestrario de productos” artesanales” hechos por los nubios. Entre estos productos había figuras de madera, collares de varios materiales, abrecartas, etc.
Creo que nadie compró nada, así que a los 5 minutos llegó uno de los barcos a motor que estaban cerca de donde se habían parado nuestras falucas y cambiamos al nuevo barco en mitad del Nilo en plan abordaje. Esto no nos gustó mucho, ya que lo que ofrecía la agencia era la visita al pueblo nubio en faluca, pero tampoco era plan de perder el tiempo discutiendo con el guía y los de las falucas, además, vimos que a otro grupo de turistas les hicieron lo mismo, y una vez que llegamos al pueblo nubio todos los barcos que habían eran como el nuestro, ni rastro de alguna faluca.
Pues bien, ya en la nueva embarcación, navegamos tranquilamente entre multitud de islotes, islas con hoteles y chalets que estaban situados a la salida de Aswan en dirección al Pueblo Nubio.
Durante todo el recorrido, varios niños se nos acercaron en pequeñas embarcaciones construidas por ellos mismos entonando cánticos propios de la España cañí, como el porompompero, la macarena y otros temas del estilo para que les diésemos algunos euros, bolígrafos, caramelos, etc.
No sé si lo he comentado anteriormente, pero no conviene dar dinero a los niños, porque de esta forma se fomenta la mendicidad, ya que muchos padres utilizan a sus hijos para conseguir unos ingresos extra, por lo que lo mejor es que les deis caramelos, bolígrafos o cualquier otra cosa que se os ocurra que puedan aprovechar los propios niños, aunque veréis que os insisten en que les deis euros.
Después de un viaje muy agradable y tranquilo, el barco se detiene al pie de las dunas del desierto, donde hay varios puestos en la arena donde venden más souvenirs típicos del Pueblo Nubio.
Desde aquí, se ofrece la posibilidad de hacer los últimos 500 metros hasta el Pueblo Nubio en camello, no recuerdo el precio, ya que a estas alturas del viaje la dieta egipcia había trastocado un poco mi estómago y no quería tener ningún problema en uno de los botes mientras cabalgase a lomos del camello.
Mientras Pepe contrata el paseo para los que van a ir en el camello, se nos acercan varios vendedores ofreciéndonos prácticamente los mismos productos que nos habían intentado vender en la faluca.
Uno de los vendedores hablaba algo de español, y tras entender mi negativa a adquirir uno de los enormes machetes que vendía, de nuevo el tema de conversación fue de otro de los grandes tópicos españoles, el fútbol. Durante un rato estuvimos hablando de cómo vivían allí los Madrid-Barca, del estado de forma de Raúl en esa época, del posible fichaje de Cristiano Ronaldo por el Madrid y de varios temas más relacionados con el fútbol, con lo que en unos pocos minutos nos pusimos prácticamente al día en cuestiones futboleras.
Cuando arrancó la caravana que iba por tierra, los que no fuimos en camello, que fuimos casi la mitad, navegamos con el barco la misma distancia que el resto hizo entre las dunas hasta un pequeño embarcadero a los pies del Pueblo Nubio.
Después de unirnos con el resto del grupo, el guía nos cuenta la historia de los Nubios, de cómo les expulsaron para construir la presa de Aswan y como les recolocaron en la otra orilla del Nilo, de lo dura que es la vida en esa zona de Egipto y de la pobreza en la que viven la mayoría.
Después, damos una vuelta por el pueblo y visitamos una casa típica Nubia, hechas de adobe y paja y pintadas con colores muy llamativos. Sorprende ver casas tan pobres pero con la parabólica en el tejado.
En otra casa, nos dan a probar varios productos típicos, como son la miel de caña de azúcar, un pan especial y una Shisha (pipa de agua). También nos hacemos unos tatuajes con gena. Te sacan un papel donde elijes de entre todos los símbolos egipcios cual quieres y unas mujeres te lo hacen en un pispás. Tened cuidado porque mancha un montón hasta que se seca y a varios del grupo les hizo reacción y tuvieron esa zona del brazo irritada e inflamada varios días.
Mientras nos estamos haciendo los tatuajes, una niña Nubia nos trae dos crías de cocodrilo, debe ser la mascota típica por la soltura y el poco miedo con el que cogía al animal. Le pido si puedo cogerlo y después de achuchármelo varias veces me lo deja.
Es una sensación muy rara, por abajo es realmente blando y parece que si aprietas un poco con la mano podrías dañarle todos los órganos, pero por arriba es duro como una piedra. También es muy curioso mirar el ojo de cerca y ver los dientes que tiene siendo tan pequeño.
En un recinto que tenían en medio de un pozo, tenían un cocodrilo bastante más grande, de metro y medio de largo y que respondía con sus mandíbulas a las provocaciones de la niña, que le atizaba unos varazos increíbles en la cabeza.
En el camino de vuelta a la barca motora que nos llevaría de vuelta al barco, compré una muñeca Nubia a una niña que se me acercó, y aun no sé cómo me pude resistir a comprarle una cruz de la vida “de oro” a una mujer muy mayor vestida de pies a cabeza de negro y que repetía sin parar “cómpraselo a la mama” durante más de 10 minutos.
En el camino de vuelta, el barco hizo una parada para que nos diésemos un chapuzón en el Nilo. Realmente me quedé con ganas, pero de nuevo mi estómago me impidió poder disfrutar de una experiencia única.
El resto del viaje hasta llegar a Aswan lo pasamos en la cubierta de la barca tomando el sol.
Después de comer en el barco, pagamos las bebidas consumidas los días anteriores y nos despedimos de los camareros y el resto de la tripulación con la que hemos compartido los últimos días. Bajamos al camarote y preparamos las maletas. Hasta que viene el autobús a buscarnos para ir al aeropuerto a eso de las 18:30, pasamos el tiempo en la cubierta del barco descansando y despidiéndonos de la zona sur de Egipto.
A las 18:30 salimos al aeropuerto, al que llegamos en poco más de 20 minutos. El vuelo sale a las 19:45 y en un par de horas vemos una gran cantidad de luz por las ventanillas, la luz que sale de la ciudad de El Cairo. Es nuestra primera toma de contacto con las dimensiones de la ciudad, de más de 10 millones de habitantes.
El aeropuerto es enorme, y después de recoger las maletas y solucionar un problema con la maleta destrozada de una chica del grupo, conocemos a dos nuevos guías que nos acompañaran en el autobús que nos llevará al hotel. Pepe se despide de nosotros hasta el día siguiente y se marcha a su casa.
Después de 2 horas en la que sufrimos unos atascos tremendos, llegamos al hotel Sheraton Royal Gardens, situado a medio camino de las pirámides y de la zona del museo del Cairo, dos de las zonas donde se acumulan la mayoría de los hoteles.
Después de hacer el reparto de habitaciones, subimos a dejar las maletas, y al entrar en la habitación nos llevamos una agradable sorpresa, ya que después de las estrecheces del camarote, baño y camas del barco, la habitación que nos ha tocado es enorme, las camas grandes y cómodas, y el baño casi más grande que el salón de mi casa. Además, tiene una terraza muy grande con vistas a la piscina del hotel, que con la iluminación nocturna ofrece muy buenas vistas.
Después de dejar las maletas, unos cuantos bajamos a cenar, pero siendo ya las 00:30 no hay nada abierto en el hotel. Al final conseguimos convencer a los camareros de uno de los restaurantes del hotel y nos hacen unas pizzas que devoramos ansiosos a la una de la madrugada.
2 comentarios:
Lo que acabo de leeren tu blog ,me recuerda mi viaje a Egipto en 2008, y es exactamente como yo lo vivi , despues de darnos un baño en el Nilo (con un poco de miedo por los cococdrilos que no vimos ninguno, pero si en la casa coloreada que oaramos los que llegaron en la faluca y los que klo hicimos en camello ,experiencia tremenda ,pues para mi fue la prumera vez ,La llegada a la casa todos de uns amavilidad grande nos obsequiaron con el tipico the, en vasitos de metal muy limpios por cierty como tu cuentas nos hicieron con gena el tipico tatuaje,luego nos llevaron a una escuela de niños y el el maestro ,un nubio enorme y simpatiqusimo nos enseño en la pizarra palabras en su idioma ,yo lo pase fantastici ,fue uno de los mejores viajes de mi vida y suelo hacer bastantes .hacia un año que habia perdido a mi esposo y me costo decidirme a ir ,pero una amiga me convencio y nunca me he arrepentido, ¡¡¡ lo pase estupendamente sin hablar de las piramides Kom Ombo , el valle de los reyes etc.Hay que visitar Egipto.
Un viaje a Egipto es algo tan grande que cuesta transmitir con palabras todo lo que allí ves, vives y sientes. Esta etapa del viaje a mi también me gustó mucho porque durante unas horas puedes convivir con una parte del Egipto más auténtico, y aunque está adaptado al turismo, no deja de tener su encanto visitar el pueblo nubio, algo que no tiene nada que ver con las típicas visitas a los monumentos y templos, pero que también lo recomiendo a todo aquel que viaja a este país.
Gracias por tu comentario Teresa!
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