A medio camino entre el Panteón y la Fontana di Trevi, se encuentra la Iglesia de San Ignacio de Loyola, construida en 1626 y dedicada al entonces recién canonizado Ignacio de Loyola, uno de los fundadores de la orden de los Jesuitas.
Está ubicada en la Piazza di San`t Ignazio, dónde también podemos ver los curiosos edificios que albergan la Unidad de Tutela del Patrimonio Artístico de los Carabinieri, una unidad especial del equivalente italiano a nuestra Guardia Civil.
Lo que destacaría de esta iglesia son sus frescos, sobre todo el de la nave central, que representa a San Ignacio expandiendo la palabra de Dios por el mundo.
Aparecen pintadas sobre un techo plano unas columnas que parecen reales y que dan la sensación de que la nave central tiene una planta más, cuyo techo es el propio cielo al que se dirigen las almas guiadas por varios santos.
Para contemplar correctamente la perspectiva de este fresco, hay que situarse en un punto situado en mitad de la nave central marcado con un disco de cobre amarillo.
La otra curiosidad que destacaría es su falsa cúpula pintada sobre un enorme lienzo y que dependiendo de dónde nos situemos, veremos como cambia la perspectiva de la misma, en un juego de ilusionismo visual elaborado de una manera genial por su autor, el artista Andrea Pozzo, autor también del fresco anterior, La Apoteosis de San Ignacio.
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