El gladiador tumbado sobre la arena con una espada presionando su yugular mira al Emperador; todo depende de hacia dónde apunte el pulgar. Si es hacia arriba vivirá y conseguirá una recompensa, pero si el dedo apunta hacia abajo, su vida acabará en ese preciso instante bajo la mirada de los 50.000 espectadores que abarrotan las gradas del coliseo romano.
Cuesta imaginarse las legendarias batallas que se representaban en este lugar hace 2000 años viendo el ruinoso estado actual que deja a la vista los túneles, mazmorras y recintos dónde esclavos, gladiadores y fieras esperaban su turno para saciar el apetito de sangre y violencia de la población romana de antaño. Eso si que tenía que ser una olla a presión y no los campos de fútbol actuales...
Este monumento, declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1980, está situado en el centro de la ciudad de Roma desde el año 80 d.C, cuando tras más de 8 años de obras se inauguró con la celebración de unos juegos que duraron 100 días, en los que según algunos historiadores como Dion Casio, se calcula que murieron más de 9000 animales.
Fue el emperador Vespasiano el que ordenó su construcción en el mismísimo corazón del Imperio, rompiendo así con la norma de construir este tipo de edificios a las afueras de las urbes.
Este enorme anfiteatro tenía unas dimensiones realmente impresionantes; 189 metros de largo por 156 de ancho y más de 50 metros de altura que se dividían en graderíos dónde cada clase social tenía su lugar:
En el podium, situado en la parte más baja del edificio y muy próximo a la arena, se situaba el emperador, los senadores y el resto de romanos ilustres.
Los siguientes pisos se denominaban maeniarium, y en ellos podíamos encontrar, empezando por las gradas inferiores y terminando en las superiores, al resto de la aristocracia en primer lugar, los ciudadanos ricos, los pobres y un último nivel en la zona más alta para las mujeres pobres.
La manera de acceder a cada uno de los niveles, se hacía a través de pasillos interiores y vomitorios, la misma estructura que se utiliza actualmente en los grandes estadios y que probablemente se copió de este edificio.
En la fachada, podemos diferenciar tres niveles con arcos en los que antiguamente se situaban estatuas de dioses y emperadores, y un último nivel sin arcos en el que se pueden ver los huecos dónde se colocaban los mástiles de madera que soportaban las cuerdas y poleas de la cubierta de tela llamada velarium, cuyas cuerdas tensoras acababan ancladas en los exteriores del coliseo y permitían plegar y desplegar esta cubierta para proteger del sol a los espectadores y toda la zona de arena dónde se celebraban los juegos.
El coliseo era la mejor representación de la expresión latina panem et circenses (pan y circo), que resume todo lo que necesitaban los gobernantes para mantener entretenida a la plebe y así poder manejar al pueblo a su antojo.
Los usos principales del coliseo eran la representación de grandes batallas, la caza de animales salvajes, entre los que estaban leones, jirafas, elefantes, rinocerontes... y las archiconocidas peleas de gladiadores, cuyo término viene del latín gladius (espada), de donde deriva la palabra gladiator o portador de la espada.
Otros usos menos conocidos eran los de las simulaciones de batallas navales (navalia proelia), dónde se inundaba la zona de la arena para introducir barcos de guerra y recrear famosas batallas navales de la época, o las recreaciones de paisajes mediante árboles, animales y edificios en dónde se representaba alguna obra mitológica.
Se calcula que entre todos los juegos celebrados en el coliseo desde su inauguración hasta mediados del siglo V, murieron de 500.000 a 1.000.000 de personas, lo que da idea de la violencia y brutalidad de los espectáculos allí representados.
Desde la Edad Media, este gran anfiteatro ha albergado iglesias, cementerios, fortalezas e incluso se ha utilizado como cantera para la construcción de otros palacios y monumentos de la ciudad, además de soportar varios terremotos que han ido haciendo mella poco a poco en su estructura a lo largo de su historia.
En la actualidad, es uno de los símbolos turísticos de la ciudad de Roma y uno de los monumentos más visitados.
Para evitar las enormes colas que se forman para visitar su interior, os recomiendo comprar la entrada en la taquilla del Palatino o el Foro Romano, ya que el ticket es el mismo para los 3 y es válido durante 2 días.
TARIFAS (Verano de 2009):
12,00 €: entrada normal
7,50 €: tarifa reducida - jóvenes de 18-24 años, estudiantes, profesores...
Gratis: menores de 18 años y mayores de 65
Os dejo la web oficial del coliseo para que encontréis la información actualizada de horarios, días de apertura... http://www.il-colosseo.it/
Después de comprar las entradas, si queréis empezar la visita a los 3 recintos por el coliseo, podéis pasar directamente a los tornos de entrada evitando la larga cola de las taquillas.
Desde uno de los niveles de arcos, nos podemos asomar a los alrededores y contemplar la cercana colina Palatina y el arco de Constantino.
Entre el coliseo y una de las entradas al Foro Romano, se encuentra el Arco di constantino, un arco del triunfo conmemorativo de la victoria de Constantino I en la batalla del Puente Milvio en el 312 d.C.
Este arco de 21 metros de alto y 26 de ancho, está construido en mármol y forma parte del antiguo itinerario que tomaban los emperadores que entraban victoriosos en la ciudad a través de la Via Triumphalis.
Como podéis ver en las siguientes fotografías, la visita nocturna a los alrededores del coliseo es una buena opción para poder contemplar este monumento sin tantos turistas ni romanos disfrazados encantados de hacerse una foto contigo a un "módico" precio.
Sobre todo ojito al hacer una foto por la zona con vuestra propia cámara en la que aparezca alguno de ellos, ya que te pueden llegar a pedir propina por salir en la foto!!! jajaja
2 comentarios:
Me gusto mucho el articulo y sobre todo la bonitas fotografias que se han tomado de Roma, un lugar de esos que cuando uno visita no se olvida.
Es muy recomendable visitar esta ciudad y asi poder conocer sitios como El Vaticano, El Coliseo, entre otros.
Coincido totalmente contigo, Roma es un lugar que no te deja indiferente, ya sea por sus monumentos o por el caos de ciclomotores en sus calles, es una ciudad muy recomendable para pasar en ella unos días.
Saludos.
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