La embajada española, ubicada en esta plaza desde el siglo VII, da nombre a uno de los lugares más visitados de la ciudad de Roma y no sólo por los turistas, ya que es también un importante punto de encuentro de los propios romanos.
La famosa escalinata en la que cientos de personas se sientan a descansar, charlar, tomarse un helado... se construyó en 1735 para salvar el desnivel que separaba la embajada española de la Chiesa Trinitá dei Monti, obra sufragada gracias a las aportaciones de los Borbones franceses.
El tramo final de la escalinata, se divide en varias terrazas-miradores desde las que podemos observar la ciudad de Roma desde un punto de vista diferente, y que nos permite contemplar la diferencia de altura entre la Piazza di Spagna y la Chiesa Trinitá dei Monti.
Desde el mirador que hay justo delante del obelisco situado junto a la iglesia, podemos ver la exclusiva Via Condotti a la izquierda, la cúpula de la basílica de San Ambrogio e Carlo en primer lugar, y la de San Pedro del Vaticano casi difuminada al fondo:
En el centro de la plaza se encuentra la Fontana della Barcaccia, una escultura de Bernini que según dicen representa a un barco hundido que llegó hasta la plaza durante el desbordamiento del Tíber en 1598.
Para terminar, os aviso de que en teoría está prohibido comer en la escalinata desde hace unos años, según dicen para mantenerla limpia y en buen estado de conservación, aunque quizá los restaurantes y tiendas de lujo cercanas tengan algo que ver en esta prohibición...
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