A mediados del siglo XIX, concretamente a partir del año 1855, comenzó la transformación de esta parte de la ciudad de Riga mediante la demolición de varios diques defensivos y la eliminación del antiguo baluarte defensivo de arena.
El antiguo foso se convirtió en un canal navegable conocido como Pilsētas kanāls, reformando sus orillas y plantando una gran variedad de árboles y arbustos que permitieron cambiar de una manera radical toda esta zona de la ciudad.
En total, este canal de 2 metros de profundidad tiene una longitud de 3 kilómetros y va bordeando el casco histórico de Riga desde el río Daugava a la altura del Mercado Central de Riga hasta el puerto deportivo situado al final de la importante calle Elizabetes iela.
A lo largo del canal vimos pequeñas barcas junto a las típicas embarcaciones turísticas, pero no logramos descubrir dónde estaba el embarcadero.
Además del jardín, se construyeron varias calles y bulevares en los que se sitúan diversos edificios oficiales, como por ejemplo el Ministerio de Asuntos Exteriores...
... o la espectacular Embajada Francesa.
El suelo de los diques defensivos se utilizó para construir una colina artificial de 16 metros de altura a la que se bautizó con el nombre de Colina del Bastión.
Allí podemos ver muros de contención de piedra con pequeñas cascadas y saltos de agua junto a estanques, fuentes y estatuas situados entre la colina y el canal.
En esta zona también se encuentran cinco placas conmemorativas de los disturbios de Bastejkalns en enero de 1991, cuando las balas de las fuerzas especiales soviéticas (OMON) acabaron con la vida de dos periodistas, dos policías y un niño durante el asalto al Ministerio del Interior.
Sobre este pequeño arroyo que parte de lo alto del bastión, cruza un puente en cuyas barandillas de hierro los recién casados dejan un candado con sus nombres escritos en él y tiran las llaves al canal para que la pareja no se separe jamás. El puente se conoce como "Puente de los enamorados".
Desde aquí, podemos ver los senderos que suben al bastión y algunas de las estatuas situadas en sus cercanías.
Continuamos en dirección al monumento a la libertad (Brīvības Piemineklis) que ya empieza a asomar sobre las copas de los árboles.
Inaugurado en 1935,este monumento fue erigido en conmemoración de los soldados caídos durante la Guerra de la Independencia Letona, convirtiéndose desde ese momento en un símbolo de la libertad, la independencia y la soberanía de Letonia.
Custodiando el monumento podemos ver siempre a dos Guardias de Honor que realizan un cambio de guardia cada hora entre las 9 de la mañana y las 6 de la tarde.
Tiene 42 metros de altura y está hecho de granito, cobre y travertino. En su base podemos ver varios bajorrelieves en los que se cuentan distintos episodios de la historia Letona y de su cultura. En una de sus caras aparece la inscripción "Tevzemei un brivibai", que significa "Por la patria y la libertad".
Coronando la columna de travertino de 19 metros podemos ver una estatua de cobre que simboliza la libertad y que sostiene en sus manos 3 estrellas doradas que representan a las tres regiones culturales de Letonia: Kurzeme, Vidzeme y Latgale.
Es uno de los lugares más utilizados para celebrar todo tipo de eventos públicos, manifestaciones o ceremonias oficiales.
Desde la plaza dónde está situado el monumento a la libertad nos asomamos al canal que discurre bajo la misma para descubrir la parte del parque Bastejkalns que hay en dirección a la Ópera Nacional de Letonia.
A medio camino entre el monumento a la libertad y el edificio de la ópera nos encontramos con la fuente de las Ninfas, en la que podemos ver una estatua femenina sosteniendo una concha gigante sobre su cabeza.
En esta zona el parque pasa a ser menos frondoso y cambia los árboles de gran porte por parterres de flores y praderas de césped que permiten ver mejor la imponente fachada de la Ópera Nacional y el lugar dónde nos alojamos durante nuestra estancia en la ciudad, el Hotel Riga.
Junto al canal y muy cerca de la ópera podemos ver otra de las estatuas más visitadas del parque, en la que aparece George Armitstead junto a su mujer y su mascota.
Éste fue uno de los alcaldes más queridos de la ciudad, el verdadero impulsor de los cambios que convirtieron a Riga en una gran ciudad Europea durante los años de su mandato, de 1901 a 1913.
Al fondo se puede ver la fachada del Hotel Riga, tristemente conocido por las escuchas que realizaba la KGB a sus huéspedes durante la ocupación soviética.
De hecho, si visitamos el Museo de la Ocupación de Letonia, allí podemos ver expuestos algunos de los viejos equipos utilizados por la KGB para monitorizar y vigilar que fueron donados por el propio dueño del hotel tras encontrarlos ocultos en las paredes durante unas obras de renovación en 1999.
Este parque es uno de esos lugares imprescindibles en los que mientras paseamos podemos sentir como se mezclan la historia con la arquitectura y la naturaleza, convirtiéndolo en una visita obligatoria y un excelente lugar dónde podremos desconectar momentáneamente del bullicio y el tráfico de la ciudad sentados en alguno de los bancos que hay diseminados por el parque mientras contemplamos sus jardines y la fauna que lo habita.
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