Llegó nuestro último día en el paraíso. En esta jornada volamos hasta la inmensa ciudad de Shanghai, donde cambiaremos la paz y tranquilidad de los paisajes naturales de Yangshuo por la jungla de acero, cristal y asfalto de una megalópolis de casi 24 millones de habitantes, o lo que es lo mismo, la mitad de la población española en un espacio más pequeño que toda la comunidad de Madrid. Otro de los cambios radicales que nos ofrece el gigante asiático.
Si quieres saber cómo fue el cambio de la China rural a la urbana, sigue leyendo para leer el relato completo del día 12+1 de mi viaje a China...
Nada más levantarnos y terminar de preparar las mochilas, bajamos a recepción para hacer el checkout y subirnos a la furgoneta que habíamos reservado el día anterior con la gente del hotel para trasladarnos hasta el aeropuerto de Guilin. Por un recorrido de unas dos horas y 85 kilómetros nos cobraron 400 yuan, (unos 50€) a pagar entre los 6.
Ya en el aeropuerto y tras haber facturado las mochilas y haber pasado los pertinentes controles de seguridad, aprovechamos parte de las dos horas que nos quedaban hasta que saliese el vuelo para desayunar unos batidos, galletas, bollos y chocolatinas que compramos en una de las tiendas duty free del aeropuerto.
A las 11:15 despegamos del Guilin Liangjiang International Airport, pero lo que comenzó siendo un agradable vuelo sobre los increíbles paisajes de la zona Guilin-Yangshuo pronto derivó en dos horas de tensión y cuerpos agitados por culpa de las turbulencias. Como colofón, un brusco aterrizaje con doble rebote en la pista puso punto y final a un vuelo nada cómodo que nos depositó en el aeropuerto internacional de Hongqiao.
Este vuelo lo llevábamos sacado desde España, dónde lo compramos por 185€ apenas un mes antes de comenzar el viaje. Pensábamos que los precios no variarían mucho y que incluso sería posible sacarlo más barato en China, pero durante los dos meses que tardamos en sacar este último vuelo los precios se incrementaron más de un 30% mientras las plazas y los buenos horarios para volar empezaban a escasear, así que os recomiendo que si encontráis un vuelo que se ajusta a vuestros horarios planeados y sobre todo al presupuesto, lo reservéis lo antes posible.
Una vez recogidas las mochilas nos dirigimos en busca de un par de taxis que nos llevasen en poco tiempo hasta nuestro hostel. Teníamos la esperanza de haber montado en el famoso tren de levitación magnética, pero de momento solo une el centro de Shanghai con el aeropuerto de Pudong, así que nos quedamos con las ganas de viajar a más de 400 km/h en un tren maglev.
Después de varias negociaciones, conseguimos una furgoneta que en 30 minutos nos llevó a los 6 hasta el Phoenix hostel Shanghai por 200 yuan (25€). Podíamos haber hecho el mismo recorrido en metro por mucho menos dinero (4€ los 6), pero no teníamos ganas de ir cargando durante una hora con las dos mochilas por un metro abarrotado de gente.
Al hacer el Checkin en el hostel nos pidieron una fianza de 600 yuan, pero tras quejarnos durante un rato conseguimos que nos la dejasen en tan solo 300 yuan. Como podréis comprobar en su artículo correspondiente, este dato que ahora puede parecer insignificante cobrará sentido el día que hicimos el checkout, pero no vamos a adelantar acontecimientos...
Este alojamiento es ideal para poder ir caminando a la mayoría de puntos de interés de la ciudad, ya que está situado a escasos metros de la People's Square y a tan solo 20 minutos andando de los Jardines de Yuyuan o el Bund. Si tenéis que ir más lejos, hay dos paradas de metro a 5 minutos.
Una vez acomodados en las habitaciones, nos lanzamos a la calle en busca de algún lugar dónde comer antes de empezar a descubrir la ciudad. De nuevo, lo único asequible y apetecible que encontramos fue un McDonald's.
Saciado el apetito nos dirigimos caminando hasta la plaza del pueblo o People's Square, dónde empezamos a ver el ajetreo típico de ciudades con una intensa vida comercial y grandes edificios de oficinas con diseños vanguardistas.
En una de las callejuelas que desembocan en esta plaza conseguí inmortalizar a esta madre y su hija vigiladas a lo lejos por la espectacular Torre de la Perla Oriental o Pearl Tower, situada en el distrito financiero y comercial por excelencia de Shanghai.
Al noreste de la plaza enfilamos la calle más famosa y concurrida de toda la ciudad: Nanjing Road. Aquí podemos encontrar gigantescos centros comerciales, grandes tiendas de las principales firmas de moda, locales de comida rápida, hoteles de lujo de las principales compañías hoteleras... vamos, lo que viene siendo la principal calle comercial que tienen todas las grandes ciudades: la calle Preciados de Madrid, la quinta avenida de Nueva York, Oxford Street en Londres...
Además del lujo y la elegancia de muchos de los comercios que podemos encontrar aquí, no podían faltar los vendedores ambulantes que "disimuladamente" te ofrecen relojes, bolsos, iphones, ipads y cualquier cosa que quieras. Lo único que piden a cambio es que les acompañes a cualquier almacén clandestino oculto en los callejones adyacentes. Nosotros no tentamos a la suerte, pero si vais buscando productos de dudosa procedencia, sólo tenéis que daros una vuelta por aquí y esperar a que se os acerquen estos vendedores de incógnito.
Según caminábamos el día iba llegando a su fin, lo que unido a un cielo cubierto de nubes hizo que se empezasen a iluminar los miles de anuncios de neón que adornan los escaparates y fachadas de toda esta calle peatonal.
Aprovechamos la seguridad que da esta calle y los cajeros-cabina de los bancos que tienen aquí su sede para sacar más dinero de la cuenta común con el que cubriríamos los gastos de los días siguientes. Al final no nos pudimos resistir y acabamos inmortalizándonos en esta zona de Nanjing Road que en cierto modo nos recordó a la famosa Times Square de Nueva York.
La hora siguiente estuvimos paseando y echando un vistazo a los vistosos escaparates de esta calle mientras poco a poco nos íbamos acercando hasta otro de los lugares más visitados de la ciudad, el Bund.
A lo largo de todo este paseo fluvial de unos 2 kilómetros situado en la orilla oeste del río Huangpu, encontramos algunos edificios coloniales de finales del siglo XIX y principios del XX entre los que destacaría la sede del banco HSBC o una torre que antiguamente se utilizaba como faro para guiar a los barcos que entraban al puerto de Shanghai...
...pero si miramos hacia la orilla de enfrente la visión es totalmente diferente. Un skyline futurista formado por decenas de rascacielos que compiten entre sí por alcanzar alturas cada vez mayores, se erigen sobre una antigua zona agrícola que ha sufrido una brutal transformación desde la última década del siglo XX con la que se ha logrado convertir esta zona prácticamente deshabitada en uno de los centros de negocios más importantes y pujantes de todo el mundo.
El paseo por esta zona peatonal se ha convertido sin lugar a dudas en la imagen de Shanghai que todo el mundo que visita la ciudad quiere contemplar, y es que los hipnóticos reflejos de los rascacielos de Pudong sobre las aguas del río Huangpu atraen cada día a decenas de miles de personas con las que hay que luchar para conseguir un lugar en primera fila y así poder apoyar la cámara e inmortalizar esa estampa que parece sacada de la película "Blade Runner".
En el siguiente vídeo os dejo una panorámica de 360º realizada desde la zona en la que se pueden coger los ferries para cruzar a Pudong o los barcos que realizan los recorridos turísticos por el río Huangpu.
Con un gran sabor de boca después de haber disfrutado con la visión de esos gigantes de acero y cristal, dejamos constancia de nuestro paso por este lugar antes de volver caminando por Nanjin Road hasta nuestro hostel.
Terminamos el día en la terraza del hostel tomando unas copas y cervezas mientras charlamos con una entrañable pareja de abuelos hippies procedentes de Virginia (EEUU) que llevaban años recorriendo el mundo en su caravana, así que ya os podéis imaginar cómo pasaron las horas mientras nos contaban mil y una anécdotas de cada uno de los lugares visitados en su largo peregrinar.
Tras despedirnos de nuestros nuevos amigos nos dimos una relajante ducha y nos fuimos a dormir un rato, y es que a las pocas horas tendríamos que levantarnos para seguir descubriendo la deslumbrante ciudad de Shanghai...
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