La sensación de encontrarse por primera vez cara a cara con la muralla es irrepetible y muy difícil de superar, pero teníamos muchas esperanzas puestas en esta segunda visita que haríamos por nuestra cuenta al tramo de Jinshanling, pero como esto es China, no todo iba a ser un camino de rosas...
Descubre a continuación un nuevo tramo de la Gran Muralla con el relato completo del penúltimo día de nuestro viaje a China:
El segundo día de viaje lo pasamos visitando el tramo de Mutianyu de la Gran Muralla, pero al ser una excursión organizada, perdimos mucho tiempo visitando otras cosas que a nosotros realmente no nos interesaban.
Por eso, para esta ocasión simplemente contratamos una furgoneta con el hotel por 900 yuanes (110€) para que nos llevase y nos trajese hasta un tramo de la muralla alejado 140 km. de Pekín y que habíamos leído que no estaba tan concurrido como otras zonas de la muralla situadas más cerca de la capital.
A las 9:00 en punto nos pasaron a recoger por el hotel. Una mujer que hablaba inglés y que sería la intérprete iba sentada en los asientos delanteros junto al conductor, un chino grandote al que únicamente entendimos las palabras hello y goodbye.
Hicimos una parada para comprar algo de comida y a continuación la "guía" empezó a comentarnos el planning del día.
Nos querían parar en una fábrica de tejidos y un taller de no sé qué, pero nosotros le dijimos que naranjas de la china, que únicamente queríamos que nos llevasen a la entrada de la muralla y que a la hora que acordásemos se pasasen a por nosotros.
En ese momento empezó una dura
Llegó un momento de gran tensión en la que el conductor empezó a pegar gritos y a gesticular como un loco mientras hablaba con la chica, que me imagino que le estaba explicando la situación y diciéndole que se olvidase de cobrar comisión alguna por las compras que tenían pensado que haríamos en alguno de los dos talleres a los que nos querían llevar.
Con un mosqueo de tres pares, se bajó de la furgoneta y se fumó 4 cigarros a la vez para tranquilizarse, mientras tanto, Jesús le dijo a la guía que nosotros habíamos pagado única y exclusivamente por el transporte hasta Jinshanling, y que si tenía algún problema que nos llevase al hotel o llamase a su superior para aclarar el asunto.
En este momento y tras un par de llamadas, la chica entró en razón y nos dijo que teníamos razón y que nos llevarían hasta la muralla sin hacer las dos visitas para turistas que nos habían intentado colar.
Durante la hora y tres cuartos que duró el viaje, la guía y el conductor estuvieron hablando y mirando de vez en cuando hacia atrás, unas veces con cara de "os voy a arrancar la cabeza" y otras con una sonrisa pícara dibujada en su cara.
Ante este comportamiento bipolar, nosotros medio en coña medio en serio estábamos convencidos de que nos abandonarían en cualquier descampado en medio de la nada o lo que es peor, que apareceríamos en una bañera llena de cubitos de hielo sin uno de nuestros riñones.
Al final la sangre no llegó al río y llegamos sanos y salvos a nuestro destino. Eran casi las 11:00 de la mañana cuando sacamos las entradas (65 yuanes cada uno (8€)), y como la "excursión" debía terminar sobre las 17:00, acordamos que nos recogiesen en ese mismo lugar a las 15:00.
Aquí cometimos un error, ya que lo ideal hubiese sido quedar con ellos en el siguiente acceso turístico a la muralla para no tener que hacer el mismo recorrido de ida y vuelta, pero aun así, las 4 horas que pasamos a nuestro aire por la muralla merecieron mucho la pena.
En el siguiente mapa os podéis hacer una idea del tramo que hicimos nosotros y de la alternativa que hubiese sido la ideal:
Línea azul: nuestro recorrido, 4,6 km. aproximadamente (ida y vuelta)
Línea roja: recorrido alternativo adicional, 1 km. aproximadamente
Línea verde: teleférico
Ruta recomendada: línea azul + línea roja + teleférico y recogida en punto marcado con rojo, 3,5 km. aproximadamente
Ver Muralla China de Jinshanling en un mapa más grande
Desde la entrada hasta la muralla hay un paseo importante, pero la visión de la pared de piedra que aparece y desaparece ente la frondosa vegetación de esta zona hace que caminemos con alegría y no tardemos más de 30 minutos en subir por la escalera metálica que da acceso a uno de los torreones.
La primera impresión que nos llevamos fue de gran satisfacción, porque mirásemos donde mirásemos no se veía a nadie, la muralla estaba totalmente vacía y a nuestra disposición.
También hay que reconocer que esta parte está bastante más deteriorada que el tramo de Mutianyu que visitamos el segundo día de viaje, pero eso le daba un encanto especial ¡porque estábamos pisando el pavimento originario de la muralla que tiene más de 2000 años de antigüedad!
De hecho, no pudimos continuar caminando en esa dirección porque había partes derruidas que nos impedían el paso, así que decidimos volver hasta la torre por la que habíamos accedido a la muralla y caminar hacia el otro lado, donde parecía que el camino no se interrumpía durante kilómetros y kilómetros.
Aquí nos cruzamos con las dos primeras personas de la mañana...
...así que aprovechamos para que nos hiciesen una fotografía de grupo que nos inmortalizase a todos juntos sobre una de las nuevas 7 maravillas del mundo.
Toda esta zona es muy escarpada y por lo tanto la muralla tiene que adaptarse al terreno sobre la que está construida, así que nos pasamos todo el rato subiendo y bajando empinadas cuestas e interminables y agotadoras escaleras.
En los momentos que el calor apretaba con más fuerza nos parábamos a descansar e hidratarnos mientras contemplábamos un inabarcable paisaje de montes y montañas que se perdían en el horizonte...
...pero sin lugar a dudas, lo más espectacular era seguir con la mirada el recorrido que la muralla hacía subiendo y bajando montañas, apareciendo y desapareciendo allá hasta dónde alcanzaba la vista.
Aunque hay algunas zonas que han sido reconstruidas, no es difícil encontrarse con los restos de lo que antaño fue un poderoso torreón de vigilancia...
...situado al final de unas escaleras parcialmente derruidas que pusieron a prueba nuestra resistencia bajo el intenso calor de un soleado día de verano.
Al ser un tramo menos turístico y por lo tanto poco frecuentado por cantidades ingentes de seres humanos, es más complicado encontrar puestos de avituallamiento en los que comprar agua o refrescos, pero aun así encontramos varios sitios en los que conseguimos botellas de agua congeladas (literalmente) que mezclamos con el agua templada (por culpa del calorazo) que compramos por la mañana en Pekín.
A pesar de ser nuestra segunda visita a la Gran Muralla y de llevar más de dos horas paseando a nuestro aire sobre esta gigantesca construcción, seguíamos quedándonos boquiabiertos al contemplar desde los puntos más elevados como esta inmensa serpiente de piedra se alejaba hacia el infinito, y eso que solo estábamos viendo una pequeñísima parte de sus más de 7000 Km. totales. Impresionante.
En este vídeo os muestro una panorámica desde un punto aleatorio de la muralla para que veáis que no exagero para nada cuando os hablo de los paisajes y el enorme tramo de muralla que se puede visitar casi casi a solas:
Tras dos horas de paseo, preparamos unos bocadillos con lo que compramos en Pekín antes de salir hacia la muralla y nos sentamos relajadamente a comer con unas vistas de esas que se quedan grabadas en la retina para siempre. No cambiaría este lugar por ningún restaurante 5 tenedores del mundo.
Antes de comenzar el camino de vuelta hasta la furgoneta subimos a lo alto de la torre donde comimos. Desde allí se podía contemplar una panorámica de 360º que invitaba a seguir caminando sobre la muralla para descubrir nuevos tramos, torreones y paisajes. No queríamos volver, queríamos seguir allí con la muralla a nuestros pies, sin aglomeraciones de gente, acompañados por un silencio únicamente roto por el viento templado del mediodía...
En algunas de las torres se pueden leer algunas curiosidades sobre los materiales empleados en su construcción, los elementos que decoraban sus paredes...
El camino de vuelta fue igualmente espectacular, pero como os decía al principio, es mejor seguir caminando hasta la siguiente "salida" de la muralla y así contemplarla desde nuevos ángulos y puntos de vista.
No obstante, volver a disfrutar de esos paisajes y la peculiar silueta que dibuja la muralla sobre un infinito "mar" de color verde formado por millones de árboles y arbustos merece la pena, y mucho.
Además, tuvimos la oportunidad de cruzarnos con varios viajeros más que estaban haciendo su ruta particular por la Gran Muralla, así que aprovechamos para que nos hiciesen más fotos de grupo con esta maravilla a nuestras espaldas.
Antes de abandonar la muralla y coger el sendero de vuelta hasta el aparcamiento, nos encontramos con un trío de viajeros que nos pusieron los dientes largos con el viaje que estaban haciendo.
Eran dos argentinos y un chaval sueco que se habían conocido en uno de los múltiples países que estaban recorriendo en una particular vuelta al mundo que les había llevado a conocer Europa y gran parte de Asia. Por delante les quedaba todavía Oceanía y las Américas, de manera que al final del viaje, habrían recorrido varias decenas de miles de kilómetros a lo largo de un año de su vida dedicado a conocer mil y un rincones de todo el mundo.
El camino de vuelta se nos pasó volando comentando el gran cambio que debe suponer un viaje de esas características, dejar atrás trabajo, familia, amigos... y volver convertido en otra persona totalmente diferente que ha de comenzar una nueva vida.
A priori un viaje de estas características puede parecer algo muy apetecible para cualquier viajero empedernido, pero algunas de las contras pesan bastante y solo son afrontables si se cuenta con un buen colchón económico o laboral a la vuelta.
¿Vosotros seríais capaces de dedicar uno o dos años de vuestra vida a conocer el mundo dejando atrás todo o casi todo lo que tenéis?
¿Seríais capaces de dejar el trabajo o de no ver a la familia o amigos durante un periodo tan largo?
¿Pensáis que volveríais siendo una persona diferente?
Estas y otras muchas preguntas por el estilo nos acompañaron durante el resto del día y en diversas conversaciones una vez terminado el viaje.
La charla con los viajeros de la vuelta al mundo nos hizo retrasarnos un poco, pero a pesar de llegar media hora más tarde de lo previsto nos tocó esperar otro tanto a que llegase la furgoneta con el chino de las malas pulgas.
En total fueron 4 horas de visita por libre a la muralla que se nos hicieron cortas, y es que cuando estás allí el tiempo pasa volando a pesar de que intentamos saborear y alargar cada minuto y cada segundo que estuvimos caminando por Jinshanling.
La mayoría aprovechamos el viaje de vuelta hasta el hotel para dormir, así que cuando nos quisimos dar cuenta ya habíamos llegado a nuestro hutong pekinés.
Eran las 17:30 de la tarde y como no teníamos nada mejor que hacer, nos marchamos al mercado de la seda para finiquitar las compras de última hora.
De nuevo nos dispersamos y empezamos a regatear cada yuan en cada tienda, pero no sé si fue por cansancio o por falta de ganas de entrar en este juego del regateo, hice un par de compras y me fui a dar una vuelta por los alrededores.
En esta ocasión mis compras se limitaron a un polo y un jersey de Ralph Lauren de una calidad más que aceptable y prácticamente idénticos a los originales por 180 yuanes (22€).
Mi intención era acercarme hasta el espectacular edificio de la CCTV (la Tv china), que está situado a poca distancia de este mercado de imitaciones, pero en vez de ir por las avenidas principales me fui callejeando entre bloques de oficinas y un barrio residencial por el que terminé perdiéndome.
Después de casi una hora de caminar sin rumbo por las calles de Pekín, conseguí orientarme por uno de los rascacielos situados en la misma avenida en la que está el mercado de la seda, así que a partir de ese momento no me resultó complicado volver hasta la puerta del Silk Market a esperar a mis compañeros viajeros.
Mientras esperaba a que llegasen las 21:00 horas y que fuesen apareciendo el resto de miembros del grupo, se me acercó una mujer china de unos cuarenta y tantos años que empezó a mantener conmigo una extraña conversación en inglés básico que acabó derivando en monólogo por su parte.
Esta es una traducción lo más cercana a la realidad de una de las charlas más extrañas de mi vida:
ELLA: - "Hola que haces, ¿has comprado en el mercado de la seda verdad?"
YO: - Si
ELLA: - "¿De dónde eres?"
YO: - De Xibanya (España), estoy de vacaciones con unos amigos a los que estoy esperando.
ELLA: - "Ah eres de Xibanya, pues en Londres se están celebrando los Juegos Olímpicos. Londres es una gran ciudad, es muy bonita. Los Juegos Olímpicos son una gran fiesta del deporte. Los participantes son guapos"
YO: - Si, la verdad es que Londres es una gran ciudad.
ELLA: - "¿Has visto los Juegos Olímpicos?, este año se están celebrando en Londres, que es una ciudad muy bonita y muy grande. Los Juegos Olímpicos son una gran fiesta del deporte. En 2008 los Juegos Olímpicos fueron aquí en Pekín. Pekín es una ciudad grande y muy bonita, los Juegos Olímpicos son una gran fiesta del deporte."
YO: - Si, estuve viendo los Juegos Olímpicos desde Xibanya en 2008. Muy bonito el estadio y las ceremonias de apertura y clausura de los juegos.
ELLA: - Este año los JJOO son en Londres. Londres es una gran ciudad, es muy bonita. Los Juegos Olímpicos son una gran fiesta del deporte. En 2008 los Juegos Olímpicos fueron aquí en Pekín. Pekín es una ciudad grande y muy bonita. Londres es una ciudad grande, pero Pekín es más grande.
Si repetís el extracto de conversación anterior durante 10 minutos se os quedará la misma cara de "ya me ha tenido que tocar la chiflada de Pekín" que se me quedó a mí.
En un momento dado, se levantó como un resorte y salió corriendo por todo el aparcamiento situado delante del mercado de la seda. Al final se paró delante de un carro de supermercado lleno de basura hasta arriba y empezó a empujarlo mientras se agachaba cada vez que encontraba cualquier envase de papel o plástico en el suelo.
A la luz de las farolas y manteniendo una conversación consigo misma, se alejó de donde yo estaba sentado justo en el momento en que aparecieron los primeros compañeros de viaje.
Cuando nos reunimos los 6, nos metimos en el metro y volvimos al hotel mientras yo les contaba la extraña conversación que acababa de tener.
Tras dejar las compras en las habitaciones decidimos explorar la calle en la que estaba nuestro hotel hacia una zona a la que nunca habíamos ido, y cual fue nuestra sorpresa que a los pocos minutos nos cruzamos con otro hutong abarrotado de tiendas, bares y todo tipo de locales para comer. ¡Teníamos que haber venido antes por aquí!
Como era tarde, simplemente entramos en un local de comida rápida china para cenar, y ahí es donde por fin conseguimos deshacernos del maldito billete falso de 100 yuanes que nos habían colado en Shanghai.
Después estuvimos dando una pequeña vuelta por el hutong, pero la mayoría de locales y tiendas estaban cerrados. La única excepción eran los bares, así que aprovechamos para tomarnos unas copas en la terraza de uno de ellos mientras comentábamos algunos de los momentos álgidos del día, como por ejemplo la bronca de la mañana, la sensación de tener la Gran Muralla sólo para nosotros o el extraño caso de la amante de los JJOO.
De vuelta al hotel encontramos varios artistas callejeros que vendían todo tipo de productos, pero sin lugar a dudas, el que consiguió irse a dormir antes de tiempo fue un entrañable anciano que vendía unos farolillos chinos hechos a base de papel y alambre al que dejamos sin existencias en menos de 10 minutos. No recuerdo si fueron 4 o 5 los farolillos que compramos, pero no me olvidaré de la sonrisa que se le dibujó en la cara al anciano cuando levantó su bicicleta del suelo para marcharse a casa con la satisfacción de haber hecho un buen negocio y un puñado de yuanes en su bolsillo...
0 comentarios:
Publicar un comentario
¿Quieres dejar un comentario?
Si tienes más datos relacionados con este artículo o quieres compartir tu propia experiencia, deja un comentario para que el resto de visitantes pueda leerlo.
Por favor, procura que tus comentarios no sean promocionales (spam o publicidad),ilegales u ofensivos, ya que de lo contrario serán eliminados.