Por la tarde y antes de partir hacia Arequipa, subimos a la inmensa duna que rodea el oasis de la Huacachina para tener una nueva experiencia con este impresionante desierto y contemplar, de nuevo, un espectacular atardecer sobre este árido paisaje...
Sigue leyendo a continuación el relato completo de este segundo día de viaje por Perú:
Presupuesto del día (precios verano de 2013):
- Desayuno: 8 soles
- Entrada Islas Ballestas: 7 soles
- Entrada reserva de Paracas: 5 soles
- Comida en la reserva de Paracas: 147 soles (total 4 personas)
- Taxi para 2 Oasis de la Huacachina - Ica: 7 soles
Total presupuesto para 1 persona: 60,25 soles (17€ aproximadamente)
Tasa de cambio utilizada: 1€=3,5 soles
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Tras un sueño reparador en la habitación de los horrores, recogemos nuestras pertenencias y vamos a recepción para entregar las llaves de las habitaciones y dejar las maletas y mochilas en algún lugar seguro para no tener que cargar con ellas durante todo el día.
Tal y como sucedió el día anterior, no había nadie en la recepción, así que después de todo el cúmulo de despropósitos vividos en este desaconsejable alojamiento (Hostel del Barco), fuimos directamente a buscar al dueño a su habitación.
Tras insistir varias veces, al final acabó bajando en calzoncillos y con una resaca del 15. Muy buena imagen para tu negocio, ¡sí señor!
A pesar del retraso, todavía nos quedaban unos 15 minutos hasta que se pasasen a por nosotros para empezar la excursión, así que cruzamos la calle y nos metimos a desayunar en el restaurante del Hotel el Huacachinero (8 soles/persona).
Puntual a las 6:30 de la mañana, un coche se pasó a buscarnos para llevarnos hasta el embarcadero de Paracas, un trayecto de aproximadamente una hora del que prácticamente no nos enteramos por culpa de la niebla y las cabezadas que echamos mientras atravesábamos las llanuras desérticas del departamento de Ica.
Mientras nosotros hacíamos cola en el muelle para subir a una de las múltiples lanchas deslizadoras, nuestro conductor se encargó de sacar la entrada que permite el acceso al embarcadero y las Islas Ballestas (5 soles).
Allí mismo, a pesar de estar junto a un núcleo urbano y a ingentes cantidades de personas que aguardaban entre voces y chillidos su turno para subir a las lanchas, la cantidad y variedad de especies de aves ya empezaba a ser más que evidente. Desde los pelícanos que nadaban plácidamente cerca de la orilla hasta las decenas de gaviotas y zarcillos que revoloteaban sin cesar sobre nuestras cabezas y sobre las numerosas barcas de pesca que permanecían amarradas cerca de la orilla.
Mientras esperábamos a que nos asignasen una lancha, localizamos entre el resto de gente que hacía cola a los 3 españoles que conocimos el día anterior en los buggies. Al final acabaríamos haciendo la visita a las Islas Ballestas y la reserva de Paracas todos juntos.
Por fin llegó el momento, nuestro conductor nos entregó las entradas y nos dijo cuál era nuestra embarcación.
Una lancha en la que íbamos unas 40 o 50 personas nos estaba esperando para comenzar a surcar las aguas del Pacífico en busca del grupo de islotes que conformaban la zona de protección marina de la reserva de Paracas.
Cuando todos tuvimos puesto el chaleco salvavidas la lancha arrancó, alcanzando en pocos minutos una endiablada velocidad que nos alejaba de la zona urbana adentrándonos mar adentro hacia la península de Paracas, dónde haríamos una primera parada para contemplar la figura grabada en la arena conocida como "El Candelabro".
Este gigantesco geoglifo de 180 metros de alto por 60 de alto está grabado en la roca, pero a pesar de estar rodeado por dunas, nunca se llega a tapar gracias a los fuertes vientos que soplan en esta zona y que arrastran la arena que se deposita sobre sus canales.
Según nos cuenta el guía, el significado y origen de este inmenso dibujo grabado sobre la roca de la península de Paracas es todo un misterio, por lo que existen teorías y explicaciones para todos los gustos:
- Es una señal hecha por los antiguos navegantes peruanos que les servía para orientarse en sus travesías de pesca y conquista.
- Es un símbolo de la Masonería hecho por el General San Martín utilizado como señal para los navegantes.
- Es una señal hecha por piratas para indicar la ruta hasta algún tesoro escondido.
- Es una representación de la constelación de la Cruz del Sur o Cruz de los Navegantes.
- Es obra de una civilización alienígena y está relacionada con las líneas de Nazca y las pampas de Jumana.
Sea cual sea su origen, la verdad es que resulta una figura realmente curiosa en una ubicación realmente curiosa...
La lancha se vuelve a poner en marcha dejando atrás el candelabro en pocos minutos, y mientras comenzamos a navegar a toda velocidad hacia los islotes rocosos, el frío va en aumento, así que toca abrigarse.
A partir de este momento las aves que sobrevuelan o planean junto a nuestra lancha se multiplican formando auténticos enjambres aviares a la vez que entre la bruma, comienza a vislumbrarse la silueta de las islas que visitaremos durante la siguiente hora y media.
Al llegar a los primeros islotes nuestra embarcación pierde velocidad para que podamos contemplar con detalle cada acantilado rocoso o los espectaculares arcos de roca y todo tipo de figuras creadas por el incesante batir de las olas que han ido erosionando durante siglos estas islas.
Islas Ballestas se ha convertido en un verdadero santuario para las aves, que descansan tranquilamente sobre las rocas en colonias formadas por tantas especies de aves que al guía prácticamente no le da tiempo a nombrar: chorlo ártico, zarcillos, pelícanos, chuita, guanay, gaviota gris...
De hecho, la presencia de tal cantidad de aves guaneras hizo nacer una "industria" en esta zona desde la época de los Incas, y es que el guano (palabra procedente del quechua "wanu") es el mejor fertilizante natural que existe en todo el mundo debido a sus altos niveles de fósforo y nitrógeno.
Cada año se producen unas 20 toneladas de guano sólo en estas islas, por lo que no ha de extrañarnos que durante el siglo XIX la industria del guano fuese uno de los principales motores económicos del país y motivo de una guerra con Chile.
Durante la excursión pudimos observar unas curiosas estructuras de madera que según nos comentó el guía se utilizaban para descargar el guano a los barcos que lo llevaban a la costa.
También nos contó que en estas islas hay una especie de "cuidadores" que habitan allí durante varios meses encargados de vigilar que nadie venga a "robarles la mierda", ya que para que el negocio del guano sea rentable deben dejar que se acumulen los excrementos de las aves durante periodos de tiempo que van de los 6 a los 10 años.
Continuamos navegando entre las islas, a veces con un fuerte y desagradable olor cuando pasamos por zonas en las que se había acumulado una gran cantidad de guano, hasta que al fin logramos encontrar apostado sobre las rocas un solitario lobo marino que compartía un peñón con una familia de chorlos nevados.
Pocos minutos después localizamos otro grupo de lobos marinos que descansaban sobre las rocas intentando ignorar las miradas y objetivos de los turistas que les observaban desde las lanchas.
Debido al mal tiempo que nos acompañó durante toda la visita no logramos localizar a los pingüinos de Humboldt, que seguramente estarían resguardados en alguna otra zona de las islas, pero en cambio sí que pudimos ver una familia de delfines durante el recorrido de vuelta al embarcadero.
Aunque no se pueden ver desde una lancha deslizadora, nuestro guía nos habló de la enorme diversidad de algas, peces y crustáceos que habitan en las aguas que rodean las islas ballestas y a lo largo de toda la costa peruana, una riqueza de fauna y flora tan importante que está causada por la ingente cantidad de plancton que es arrastrada desde las profundidades del océano hasta la superficie por la corriente de Humboldt, dónde se produce un auténtico festín gastronómico que atrae a centenares de especies de mamíferos, aves, peces, reptiles o crustáceos.
Para disfrutar plenamente de esta excursión os recomiendo sentaros en las plazas de la izquierda para poder disfrutar mejor de las vistas del candelabro, islas, fauna... y en la parte delantera si no queréis que os salpique el agua. De lo que seguramente no os libréis será de llevaros un recuerdo en forma de excremento sobre vuestra ropa procedente de alguna de las miles de aves que os sobrevolarán durante todo el recorrido.
Por cierto, si vais en los meses de Julio y Agosto llevaros ropa de abrigo, porque cuando la lancha coge velocidad ¡la brisa marina está helada!
En el siguiente vídeo podréis encontrar un resumen de los que os espera durante las dos horas que dura aproximadamente este recorrido por las Islas ballestas:
De vuelta a tierra firme estuvimos dando una vuelta por el paseo marítimo, plagado de pelícanos y con numerosos restaurantes, cafeterías y puestos en los que comprar algún recuerdo de nuestro paso por esta zona mientras esperamos al transporte con el que realizaríamos la segunda parte de la excursión, esta vez en tierra firme por la reserva de Paracas.
Estos momentos de espera los aprovecharon Jesús y Bea para llamar a la compañía aérea y preguntar si sabían algo de su mochila. Tras más de 20 minutos de conversación llegaron a la conclusión de que nadie sabía nada del paradero de la mochila, si se la podían entregar o si tendrían que olvidarse de ella para siempre. Lamentable.
Por fin llegó nuestro guía, que venía acompañado por los 3 españoles que conocimos el día anterior en los buggies. Nos dijo que se unían a nosotros y que íbamos a cambiar de transporte para que podamos entrar todos.
El nuevo medio de transporte era una combi (o como las llamamos en España, furgoneta de pasajeros), con la que abandonamos el pueblo de Paracas adentrándonos por caminos de tierra que atravesaban un inmenso desierto. Habíamos entrado en la zona terrestre de la reserva de Paracas.
Media hora después de un trayecto dando botes y contemplando paisajes desérticos algo monótonos, llegamos al borde de un acantilado, dónde nos bajamos para contemplar la playa de Supay desde las alturas...
...antes de bajar hasta la misma orilla del mar para pisar la arena de esta solitaria e inmensa playa de arena blanca.
Antes del terremoto de 2007 que derrumbó una formación rocosa cercana conocida como "La Catedral" (y que visitaríamos a continuación), se podía ir caminando desde esta playa hasta La Catedral en los momentos de marea baja, pero desde aquel terremoto está prohibido por el alto peligro de derrumbes que hay en la zona.
Volvemos a la combi para seguir avanzando por un camino de tierra paralelo a la costa que nos conduce hasta el mirador de La Catedral...
...desde dónde podemos contemplar los restos de un inmenso arco natural de piedra que se derrumbó en Agosto de 2007 tras el fuerte seísmo de 8 grados en la escala Richter que asoló esta región de Perú provocando numerosos daños materiales, 595 muertos y más de 2000 heridos.
Al igual que sucediese en los acantilados y rocas de las Islas Ballestas, toda esta zona también está plagada de aves que se cuentan por centenares en cualquier recodo de roca alejado de las hordas de turistas que abandonan los caminos marcados por piedras poniendo en peligro algunas de las especies protegidas de flora y fauna que podemos encontrar en este lugar.
A pesar de haber amanecido un día nublado (como sucede la mayor parte de los días en esta zona de Perú), los brillantes tonos anaranjados del desierto nos hacen trasladarnos a la superficie de Marte por unos instantes...
...pero simplemente girando la cabeza volvemos a poner los pies "en la tierra" al contemplar el incesante oleaje que rompe con furia contra la base de los acantilados cercanos.
La siguiente parada del recorrido la hacemos en otra magnífica playa conocida como Playa de Yumaque...
...también de arena blanca pero salpicada con cantos rodados, algas y caparazones de pequeños crustáceos que comienzan a fosilizarse.
Muy cerca de allí hay otro mirador natural desde el que se pueden contemplar dunas de una arena más rojiza...
...y unas llanuras desérticas que alcanzan hasta donde nos permite ver la neblina en las que se puede observar una amplia variedad cromática que va desde el blanco-amarillo hasta el naranja, como bien nos explica nuestro guía.
Desde aquí también se puede ver perfectamente la península de paracas, en la que se intuyen las playas de La Mina y Lagunillas.
La última parada de nuestra ruta por la reserva terrestre de paracas es para visitar la playa roja, uno de los lugares dónde se hace más patente el origen volcánico de este desierto y el punto en el que es más visible la unión del desierto con el mar, por lo que nos encontramos con una explosión de color en la que se pasa del naranja del desierto a la arena roja de la playa, que es lamida con cada ola por unas aguas de un color azul intenso que hacen de esta una de las playas más espectaculares del país.
Justo cuando íbamos a dar por terminada nuestra visita a la reserva, un tímido resol consiguió romper la capa de nubes e iluminar esta playa, intensificando aún más los colores y haciéndonos permanecer aquí unos minutos más embobados ante tal maravilla de la naturaleza.
A continuación nos llevaron a comer a un restaurante cercano, dónde pudimos degustar varias bandejas con frituras de pescado, calamares, chopitos... y nuestro primer cebiche a base de pescado marinado con cítricos (147 soles, 42€ aprox.)
Aquí os dejo otro vídeo resumen con algunas de las mejores instantáneas de las playas y desiertos de la Reserva de Paracas:
Después de comer emprendimos el camino de vuelta hacia el Oasis de la Huacachina, dónde todavía tendríamos varias horas disponibles hasta que saliese nuestro autobús nocturno rumbo a Arequipa.
A las 17:00 y tras dejar a los otros 3 españoles en la plaza de armas de Ica llegamos a Huacachina. Cómo no íbamos a repetir lo de los buggies, decidimos subir a la gran duna que se elevaba a espaldas del oasis.
La primera parte del ascenso fue dura por culpa del calor y de la inclinación de la duna, que hacía que por cada dos pasos que diésemos hacia adelante, resbalásemos el equivalente a otro paso hacia atrás, pero superado este primer escollo, pronto empezamos a divisar una gran extensión del desierto por el que la tarde anterior habíamos "cabalgado" a toda velocidad subidos en un veloz buggie.
Al final, un corto paseo de 30 minutos nos dejó en lo más alto de la duna, desde dónde pudimos comprobar los increíbles paisajes que nos rodeaban.
Y como no, desde este punto de observación privilegiado, teníamos todo el oasis a nuestros pies, un oasis que parecía que iba a ser engullido por la arena en cualquier momento.
Allí, en lo alto de la duna, pasamos el tiempo caminando por su cresta e inmortalizándonos como si fuésemos Lawrence de Arabia atravesando el desierto en busca de aventuras.
Un intenso viento hacía que todo se llenase de arenilla en suspensión, algo tremendamente molesto para los ojos y que acabaría por rebozarnos del todo en arena, así que nos movimos hasta otra zona de la duna en la que, sorprendentemente, desapareció el viento e incluso la sensación de calor fue en aumento. Estos son los contrastes de Perú, por la mañana pasando un frío del carajo mientras navegábamos entre las Islas Ballestas, y por la tarde asados de calor y con ganas de quedarnos en bañador.
Los últimos rayos de sol se despedían de las calles del oasis hasta el día siguiente...
...mientras que nosotros nos sentamos tranquilamente a ver atardecer sobre las dunas...
...disfrutando con el cambio de tonalidades de la arena del desierto, que iba cambiando desde unos colores más amarillentos a otros anaranjados que empezaban a moldear el paisaje que se desplegaba ante nuestros ojos mediante las nuevas sombras que se proyectaban al ir descendiendo el sol en el horizonte.
Con esta imagen grabada en nuestra retina, cuando el sol se escondió tras las dunas más lejanas decidimos despedirnos de este gran descubrimiento que había supuesto para todos nosotros el desierto que rodea Ica.
Para volver hasta nuestro alojamiento en busca de las maletas y mochilas elegimos un atajo que en un principio podría parecer una locura, pero que acabó siendo un broche perfecto para abandonar este lugar.
Bajamos corriendo por la ladera de la duna, hubo algunas caídas, pérdidas del equilibrio y hundimos las piernas en la arena casi hasta la rodilla en más de una ocasión, pero se convirtieron en unos momentos de risas y felicidad que probablemente no tengamos la posibilidad de repetir en mucho tiempo.
En este vídeo tenéis un resumen de nuestro último atardecer sobre el Oasis de la Huacachina y el espectacular desierto que lo rodea:
Cuando llegamos abajo y pisamos tierra firme tuvimos que quitarnos las zapatillas y sacudirnos la arena que llevábamos encima, que sin exagerar lo más mínimo, debía pesar algo más de un kilo.
Tras recoger las maletas y despedirnos para siempre del tugurio en el que habíamos pasado la noche anterior, cogimos dos taxis en dirección a la terminal de autobuses de Cruz del Sur de Ica, dónde no tuvimos que esperar mucho tiempo para entregar las maletas y posar de nuevo ante las cámaras antes y después de subir al autobús.
Para este trayecto nocturno de 12 horas reservamos 4 plazas desde España en los asientos VIP de esta conocida compañía de transportes peruana, situados en la planta baja de un autobús de dos pisos y con todo tipo de comodidades por un precio ligeramente superior al de los asientos normales:
Asiento de grandes dimensiones y reclinable (prácticamente se convierte en cama), conexión a internet vía wifi (que sólo funcionó en algunos momentos del viaje), pantalla como la de los aviones con películas, series, música..., WC, calefacción... y todo ello por 150 soles (45€ aprox.)
Al rato de comenzar el viaje nos dieron de cenar (incluido en el precio), y a continuación aproveché para descargar las fotos y vídeos de estos dos primeros días de viaje, tomar algunas notas de lo que habíamos visto y hecho hasta ese momento de cara a poder escribir este diario a la vuelta, y hacer que pasase el tiempo leyendo alguna documentación sobre Perú o viendo fragmentos de películas en la pantalla del autobús.
De esta manera fueron pasando las horas mientras poco a poco íbamos ganando altura y acercándonos a nuestro siguiente destino: la ciudad blanca de Arequipa que a esta hora dormía a la sombra del Misti, un imponente volcán activo de 5822 metros de altura situado a tan solo 17 kilómetros de su magnífica Plaza de Armas...
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