Perú: día de trekking y naturaleza en el Lago Sandoval

Este segundo día en la selva fue el más intenso de todos. Comenzamos con un trekking por el entorno del Lago Sandoval y una navegación por el propio lago observando la enorme biodiversidad de esta zona de la Reserva Nacional de Tambopata, realizamos varias incursiones por nuestra cuenta en la selva y finalizamos el día con una caminata nocturna para contemplar de la manera más fascinante y emocionante toda la actividad que desarrollan las miles de especies que habitan la selva amazónica al anochecer.

Sigue leyendo para continuar con el relato completo de este décimo octavo día de viaje por el sur de Perú...


Presupuesto del día (precios verano de 2013):

• Cerveza Cuzqueña en Yakari Eco Lodge: 10 soles

Total presupuesto para 1 persona: 10 soles (2,80€ aproximadamente)
Tasa de cambio utilizada: 1€=3,6 soles

============================================================

No eran más de las 2:00 de la mañana cuando la selva se quedó en silencio justo en el mismo instante en que se desató una espectacular y brutal tormenta tropical sobre nosotros.

Rayos y truenos hicieron la noche día, las lluvias torrenciales inundaron todo el lodge con algo más de un palmo de agua y un vendaval que zarandeaba toda la vegetación consiguió despertarnos y mantenernos entretenidos durante casi una hora. ¡Con lo que nos había costado dejar perfectamente "sellada" la cama con la mosquitera para que no entrase ningún habitante de la selva! jeje

Nada más pasar la tormenta y con un intenso olor a humedad y vegetación mojada nos quedamos dormidos de nuevo mientras poco a poco todos los animales de la selva recuperaban el protagonismo que el temporal les había arrebatado durante un rato.

A las 8:00 de la mañana nos despertamos para desayunar tranquilamente antes de partir hacia el Lago Sandoval, una excursión que nos ocuparía todo el día y que nos serviría para caminar y contemplar una buena muestra de la fauna y flora de esta Reserva Nacional Tambopata Candamo.

Cuando nos acercamos al Río Madre de Dios para subir a la embarcación con la que iríamos hasta las inmediaciones del lago, pudimos ver las consecuencias de la tormenta vivida la noche anterior.
El caudal del río había crecido bastante y sus aguas bajaban con una furia y una fuerza mucho mayor a la que llevaban tan sólo 12 horas antes.

Parecía mentira, pero ahí estábamos en mitad de la selva pasando frío y navegando sobre unas peligrosas aguas plagadas de violentos remolinos que nuestro barquero esquivaba con habilidad y una pizca de preocupación.

En menos de 30 minutos llegamos a un embarcadero desde el que partía un sendero de aproximadamente 3,5 kilómetros que nos conduciría hasta el lago.

Había zonas muy encharcadas y embarradas que ya comenzaban a secarse porque poco a poco la temperatura iba subiendo y con ella la sensación de bochorno a causa de la humedad.

Mientras caminábamos, nuestra guía nos iba señalando diferentes especies de árboles y arbustos y explicándonos para qué los usaban las comunidades indígenas. Según nos contó, algunas de esas plantas también se utilizan en la elaboración de medicinas y en otros artículos que usamos prácticamente a diario.
Tampoco nos costó mucho observar numerosos grupos de guacamayos y loros en las copas de los árboles e interminables filas de hormigas cortahojas llevando enormes trozos de hoja hacia sus hormigueros, fácilmente localizables por las montañas de tierra que habían sacado para "construir" las galerías y cámaras en las que pueden llegar a vivir hasta 300000 hormigas.

Árboles con espinas, algunas plantas venenosas y otros troncos de gran envergadura nos acompañaron durante una cómoda y agradable caminata por este sendero de la selva...

...que en algunos tramos de especial protección desaparecía para dar paso a una pasarela de madera que impedía pisar algunas especies protegidas típicas de esta zona y sortear áreas inundables.

Unos cientos de metros más adelante nos encontramos con este cartel, en el que se informaba de que estábamos accediendo a la reserva Nacional de Tambopata.

Poco después hicimos una parada de apenas 20 minutos en el puesto de control de acceso a la reserva, dónde nos sellaron el pasaporte y pudimos contemplar algunos paneles informativos acerca de la flora y la fauna de esta importante reserva natural.

Mientras esperábamos a que nuestra guía saliese con todos los permisos necesarios para poder acceder al Lago Sandoval, escuchamos unas voces que nos sonaban familiares. Por un sendero de la selva aparecieron Mirian y Eneritz, dos de las personas que formaban parte del grupo de personas con las que realizamos el Camino Inca. Menuda casualidad coincidir en un lugar tan remoto y a la misma hora con alguien que conocíamos. ¡Si es que el mundo es un pañuelo! jeje
No pudimos charlar más de 5 minutos, ya que tanto nosotros como ellas abandonamos este lugar para seguir con nuestras respectivas excursiones selváticas.

Tras otro tramo caminando por senderos embarrados llegamos a un pequeño embarcadero en el que aprovechamos para tomarnos un aperitivo con parte de las provisiones que nos habían dado en el lodge a primera hora de la mañana y que consistía en una bolsa de picnic con dos o tres piezas de fruta, galletas y un misterioso paquete envuelto en papel de plata que aún se mantenía caliente.

Después de este pequeño descanso subimos a un bote a remos con el que accederíamos al lago. Debido a la gran cantidad de especies protegidas que hay en esta zona de la reserva, no se puede navegar con botes a motor que contaminen las aguas o provoquen un exceso de ruido que pueda ahuyentar y asustar a los animales que viven allí.

El paseo en bote hasta el lago no duró más de 15 minutos, un tiempo que permanecimos totalmente en silencio mientras contemplábamos enormes mariposas, algunas aves acuáticas y pequeños mamíferos apostados en las orillas de esta zona pantanosa. Sobre nuestras cabezas, familias de monos ardilla, titís y monos capuchinos saltaban de árbol en árbol zarandeándolos para hacer caer pequeñas ramas con las que pretendían, según nuestra guía, proteger su territorio.

Por fin, tras unos últimos golpes de remo salimos al lago, una gran extensión de agua de 3 kilómetros de largo, 1 km. de ancho y una profundidad de entre 0,5 y 3 metros.
En la orilla, enormes palmeras de hasta 30 metros de altura compartían el espacio con otras especies como orquídeas, caobas, lupunas o platanillos, conocidos también como "pico de loro".

Nada más abandonar la protección de los árboles y empezar a navegar por medio del lago la temperatura descendió bastante, así que nos tuvimos que volver a poner todas las prendas de abrigo que llevábamos.
A causa del mal tiempo que hacía no pudimos avistar muchos animales, pero aun así tuvimos suerte y pudimos ver cormoranes...

...peces voladores, y una de las aves más curiosas que veríamos en esta incursión por la selva, el Hoacín, una colorida especie de gallina salvaje que se caracteriza por las plumas de su cabeza.
Fijándose con detenimiento, en los árboles que daban al lago se podían ver monos y aves de todo tipo, así que antes de ampliar la siguiente fotografía... ¿lográis ver los dos monos y los dos hoacines?

Por culpa del fuerte viento que había en el lago no pudimos adentrarnos más en el mismo ni acercarnos a la zona en la que se encuentra una reserva de nutrias y en la que tampoco es difícil ver caimanes y tortugas, así que nuestro "balsero" optó por ir bordeando el lago rumbo a un pequeño embarcadero en el que aprovecharíamos para comer.

Allí, con vistas al lago y en mitad de una zona recóndita de la selva amazónica situada a 3 horas de Puerto Maldonado por fin pudimos descubrir cuál era esa "comida especial de la casa" que nos habían entregado durante el desayuno.

Bajo el papel de plata nos encontramos con otra sorpresa: ¡Una hoja de grandes dimensiones que contenía nuestra comida! Nada más abrirla se desveló el misterio. La comida que nos habían preparado era una generosa ración de arroz con pollo y especias que estaba realmente bueno.

Nada más terminar de comer pedimos permiso a nuestra guía para hacer una incursión por nuestra cuenta por uno de los senderos que se adentraban en la selva. Nos dio 30 minutos y nos advirtió de que no nos saliésemos de los caminos y que visitásemos una comunidad nativa de agricultores que se dedicaban al ecoturismo y que se encontraba a menos de 10 minutos de dónde estábamos.

A los pocos minutos encontramos un claro en la selva dónde era evidente la mano del hombre, que había eliminado algunas de las especies autóctonas para plantar plataneros y otras especies de plantas con las que alimentarse.

Dónde pensábamos encontrar una comunidad nativa parecida a las que salen en los documentales encontramos un lodge mucho más básico que el nuestro y que aparentemente parecía estar vacío, aunque sí que había algo de ganado, patos, gallinas...
De repente, un hombre con cara de pocos amigos y vestido al estilo occidental apareció de la nada con un enorme machete con el que estaba cortando algunas plantas. Le hicimos un par de preguntas, pero como se limitó a responder de una manera muy seca, optamos por despedirnos de él y seguir adentrándonos más y más en la selva.

Una vez dejamos atrás el lodge de los agricultores, los senderos se estrecharon y la vegetación casi formaba un muro impenetrable a ambos lados. Un silencio sepulcral únicamente roto por ruidos desconocidos para nosotros y sonidos de animales que se movían a nuestro alrededor acortaron este paseo, así que optamos por regresar al embarcadero para seguir con la excursión en bote por el lago.

A continuación os dejo un vídeo resumen con todo el recorrido por el Lago Sandoval que habíamos hecho hasta este momento:

Comenzaba a atardecer y todavía teníamos que recorrer de vuelta el mismo camino realizado por la mañana, así que no perdimos tiempo y subimos al bote, que poco a poco comenzó a deslizarse sigilosamente sobre las aguas de un Lago Sandoval que poco a poco se iban tranquilizando al mismo tiempo que amainaba el viento.

Dos horas más tarde ya estábamos a orillas del río Madre de Dios, desde dónde pudimos disfrutar de un atardecer espectacular en el que los rayos de sol se colaban entre las nubes de tormenta que poco a poco se iban disipando.

Aproximadamente 30 minutos después llegamos a nuestro lodge, dónde aprovechamos para hacer algunas fotografías del complejo...

...y de su mascota Lucy, una cría de jabalí que te puedes encontrar en cualquier rincón del lodge y que está totalmente acostumbrada al trato con humanos.

El resto de la tarde hasta que llegó la hora de la cena la aprovechamos para relajarnos en las hamacas del edificio principal con una cerveza fresquita en la mano...

...mientras disfrutábamos con el paisaje del río Madre de Dios.

También hicimos una nueva caminata por nuestra cuenta siguiendo los senderos que rodean el lodge, pero como empezaba a oscurecer y cada vez se veía menos, la expedición aventurera en busca de animales duró tan solo una hora.

Nada más terminar de cenar nos colocamos los frontales en la cabeza y nos rociamos con medio litro de repelente de mosquitos para comenzar una caminata nocturna en busca de todo tipo de animales y observar la selva en su mejor momento, ya que la gran mayoría de especies que la habitan comienzan su actividad al anochecer.

Personalmente, esta fue la actividad que más me gustó de toda nuestra estancia en la selva, y es que la sensación de vulnerabilidad al ir caminando con la única luz de un frontal en un entorno tan aparentemente hostil como este es una experiencia que jamás olvidaré.

Tal y como pudimos comprobar la noche anterior desde la seguridad que brinda estar dentro de un bungalow, los sonidos de la selva por la noche se multiplican y la actividad de sus habitantes es mucho más intensa que de día.

Los momentos en que apagábamos todas las luces y quedábamos en silencio para escuchar "el latir de la selva" eran fascinantes, lo mismo que cuando localizábamos "luces" en los árboles y nuestra guía intentaba averiguar qué curioso animal nos observaba desde las alturas.

A ras de suelo, las hormigas cortadoras de hojas seguían con su frenético ir y venir junto a decenas de insectos y pequeños mamíferos o reptiles que se escabullían al acercarnos.
Una de las veces, mientras escuchábamos una de las muchas historias "de miedo" acerca de las torturas realizadas por algunas tribus indígenas, tuvimos la mala suerte de pararnos sobre un hormiguero de hormigas sitaraco, que poseen una enorme cabeza y unas poderosas mandíbulas que hacen que se sienta su picadura. No sé cómo lo hicieron, pero en menos de un minuto todos teníamos un buen puñado de estas hormigas subiendo por los pantalones y mordiéndonos en los tobillos. Fue un momento gracioso en el que el grupo se dispersó pegando saltos mientras nos sacudíamos los pantalones.

Lo que iba a ser un corto paseo de 30 o 45 minutos, se convirtió en una caminata de 1:30 horas en la que nos adentramos más de lo que los guías tenían pensado.

Tanto se alargó la cosa, que cuando volvimos al lodge ya habían apagado los generadores y todo el mundo estaba en sus bungalows, así que tuvimos que revisar las camas a conciencia por si se había colado algún "visitante" con la única luz de nuestros frontales.

Al día siguiente nos tocaba madrugar bastante para realizar la última actividad antes de abandonar la selva, así que no tardamos mucho en apagar las luces y dejarnos caer en un profundo sueño armonizado por la banda sonora de la selva nocturna...

Día anterior - Día siguiente