Después de esta actividad, abandonamos la selva amazónica rumbo a la jungla de asfalto. Lima nos esperaba para, esta vez sí, recorrer sus calles y descubrir algunos de sus monumentos y rincones más interesantes.
A continuación puedes encontrar el resto del relato de este decimonoveno día de viaje por el sur de Perú...
Presupuesto del día (precios verano de 2013):
- Taxi aeropuerto de Lima - Hostal Las Camelias: 55 soles (total 4 personas)
- Taxi Hostal - Plaza de Armas de Lima: 10 soles (total 4 personas)
- Comida-Cena: 129 soles (total 4 personas)
- Taxi Plaza de Armas - Hostal Las Camelias: 12 soles (total 4 personas)
Total presupuesto para 1 persona: 51,5 soles (14,30€ aproximadamente)
Tasa de cambio utilizada: 1€=3,6 soles
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Este día terminaba nuestra corta aventura de 2 días por la selva amazónica, así que para aprovechar al máximo el poco tiempo que nos quedaba decidimos realizar una excursión al amanecer para ver una collpa de loros y guacamayos.
La collpa es un barranco de formación arcillosa que se sitúa a orillas de los ríos dónde cada mañana al amanecer, guacamayos, loros y otras especies de aves acuden para celebrar la ceremonia del "colpeo", en la que decenas de aves se reúnen para ingerir la arcilla de la collpa durante unos 25 o 30 minutos.
No hay una explicación 100% segura y aceptada por todos los investigadores, pero se cree que estas arcillas contienen sales minerales y otros nutrientes necesarios para complementar la dieta de estas aves, compuesta principalmente por frutas, aunque otras teorías afirman que ingieren la arcilla para neutralizar el veneno de algunas semillas tóxicas, ya que las partículas de arcilla se adhieren a dichas toxinas y pueden ser fácilmente eliminadas junto a las heces.
Para llegar a tiempo y poder contemplar este espectáculo de la naturaleza hay que madrugar mucho, vamos, que nos tocó levantarnos de noche.
A las 4:00 de la mañana nos despertaron y nos dieron tan solo 15 minutos para desperezarnos, vestirnos y abrigarnos.
Aunque parezca mentira, este fue uno de los días que más frío pasamos, y es que navegar por la noche sobre las aguas del río Madre de Dios durante 1:30 horas aproximadamente nos dejó tiritando y destemplados, ¡y eso que nos llevamos las mantas de la habitación!
Por fin el bote se detuvo frente a una pared arcillosa situada a unos 30 metros de nuestra posición. Ya había amanecido y el día se presentaba nublado, así que las posibilidades de ver unas buenas bandadas de aves volando rumbo a la collpa descendían.
La noche anterior charlando con otros viajeros en el lodge, nos comentaron que después de la intensa tormenta de la madrugada y el aguacero que les acompañó durante todo el trayecto hasta la collpa, no pudieron ver ningún ave. Imaginaros la cara de gilipollas que se te tiene que quedar después de madrugar, empaparte hasta los huesos y meterte 3 horas de bote para no ver ni un mísero loro, guacamayo o periquito.
Tras 10 minutos de espera en la que temíamos que se repitiese la misma mala suerte que tuvo el grupo del día anterior, comenzamos a oír los graznidos de los primeros grupos de aves que se iban acercando.
Sucesivamente más y más bandadas de loros y guacamayos se fueron sumando al primer grupo, que vio incrementarse su número hasta más de 50 o 60.
Cuando ya fueron un grupo numeroso, comenzaron una serie de vuelos entre las copas de los árboles cercanos mientras que otros comenzaban a revolotear cerca de las paredes de arcilla.
Hacia la izquierda y la derecha de nuestra posición numerosos grupos celebraban el mismo ritual de aproximación, otros ya estaban en pleno banquete y algunos emprendían el vuelo de vuelta hacia su "hogar" en la selva.
En total estuvimos casi 2 horas contemplando el ir y venir de estas pequeñas y coloridas aves, que de vez en cuando huían en grandes grupos cuando notaban la presencia de un par de águilas que estuvieron sobrevolando el lugar durante bastante rato.
Creo que en días soleados y con buen tiempo deben acudir muchos más animales, pero hay que tener en cuenta que al estar alejados de dónde se para el bote tampoco se pueden ver muy bien cuando están comiendo en la collpa, ni siquiera con los prismáticos que llevan todos los guías.
Os recomiendo ver el siguiente vídeo a pantalla completa y HD para poder apreciar mejor las aves que revolotean entre las copas de los árboles:
Es una excursión interesante pero prescindible si las condiciones meteorológicas no son óptimas. A nosotros nos dejó bastante fríos e indiferentes, pero a lo mejor es que llevábamos unas expectativas muy altas de lo que podría ser esta excursión, lo que unido a la distancia de visionado y las "pocas" aves que pudimos observar, hizo que nos llevásemos una pequeña decepción.
Por lo menos en la navegación de vuelta hasta el lodge no pasamos tanto frío, y además, según llegamos nos fuimos directamente a desayunar.
Una vez recogidas todas nuestras pertenencias del bungalow, volvimos al bote motorizado para regresar a Puerto Maldonado. ¡Adiós selva amazónica!
Tras pasar por la agencia y recuperar las maletas y mochilas grandes, un taxi nos llevó directamente al aeropuerto, dónde a las 11:55 cogimos un nuevo vuelo con la compañía Star Perú rumbo a Lima previa escala de 30 minutos (sin bajar del avión) en la ciudad de Cuzco.
Este vuelo que también habíamos sacado desde España nos costó 100€ y dura unas 2:30 horas escala incluida.
Después de tantos días disfrutando de entornos naturales y alejados de las grandes urbes, poner los pies en una mega ciudad como Lima nos resultó un poco extraño y nos dejó algo descolocados.
Eran las 14:30 y todavía teníamos que cruzar media ciudad para llegar al hostal, hacer el checkin y dejar las maletas antes de poder buscar un lugar dónde comer, así que no nos complicamos y cogimos un taxi de la compañía Taxi Green, cuyo precio cerrado hasta el barrio dónde estaba situado nuestro alojamiento fue de 55 soles (15€ aprox.).
De nuevo atravesamos barrios semiderruidos y con muy mal aspecto por inmensas avenidas que cortaban la ciudad en dos partes que parecían vivir aisladas una de otra.
En general, la mayor parte de Lima da la sensación de ser una ciudad descuidada, sucia y poco habitable, aunque tampoco ayuda su clima plomizo a causa de la neblina persistente y su elevada humedad que la hacen parecer más gris de lo que realmente es.
Tras más de 45 minutos de intenso tráfico con sus correspondientes atascos y cuando nuestro taxista por fin logró ubicarse después de dar unas cuantas vueltas sin localizar la calle en la que estaba nuestro hostal, llegamos al lugar en el que pasaríamos la última noche en Lima.
La primera sensación del Hostal las Camelias no fue muy buena. Ubicado en una zona poco transitada por peatones y a más de 3,5 km del centro histórico, este pequeño hostal nos recibió con un somnoliento recepcionista que nos asignó un par de habitaciones en la segunda planta.
Las habitaciones eran muy básicas y la puerta no ofrecería mucha resistencia a quien quisiese entrar por la fuerza. La ventana de la habitación no cerraba bien y el baño tampoco era para tirar cohetes, pero al menos estaba limpio.
No tardamos mucho en sacar lo imprescindible de las maletas y mochilas antes de echarnos de nuevo a las calles de Lima en busca de un lugar donde comer. Eran casi las 16:00 y estábamos muertos de hambre.
En las inmediaciones del hostal no encontramos ningún bar o restaurante, por lo que decidimos no perder el tiempo y coger un taxi que nos llevó hasta la Plaza de Armas en unos 20 minutos por 10 soles (3€ aprox.).
Acabamos comiendo en uno de los restaurantes turísticos situados en el Pasaje de Santa Rosa, una calle peatonal que parte de la Plaza de Armas en la que también podéis aprovechar para informaros en la oficina de turismo. El menú a base de platos típicos de la gastronomía del Perú nos salió por 129 soles (33€) o lo que es lo mismo, 8€ por persona.
Cuando terminamos de comer ya estaba anocheciendo y todas las atracciones turísticas de la zona cerradas, así que optamos por pasear tranquilamente por la animada calle comercial Jirón de la Unión hasta la Plaza de San Martín, dónde aprovechamos para cambiar euros por soles en una de las múltiples casas de cambio presentes tanto en la plaza como en las calles aledañas (sobre todo en Jirón Ocoña).
El camino de vuelta hasta la Plaza de Armas lo hicimos por la misma calle, dónde aprovechamos para visitar la Iglesia de La Merced antes de tomarnos nuestro tiempo en contemplar la iluminación nocturna de todos los monumentales edificios que miran a la Plaza de Armas de Lima.
Agotados por el madrugón y el ajetreo de toda la jornada, pero sobre todo, por el cansancio acumulado de los 18 días anteriores, decidimos coger un taxi (12 soles) y volver al hostal para poner punto y final al penúltimo día de viaje por el sur de Perú.
Al día siguiente ya tendríamos tiempo de pasear y visitar algunos de los principales monumentos y barrios de la capital peruana, pero antes necesitábamos una ducha relajante y descansar en condiciones sin preocuparnos por que al día siguiente el despertador sonase demasiado temprano...
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